¡¡¡Aaash vida!!!
¿Resignación?
En esta última entrega, toca mostrar un tono más apacible y menos incisivo. Ya he puesto sobre la mesa algunas de las estrategias de campaña que he visto y he sido testigo. Me he tomado la libertad de hacerles una inusual advertencia y también he tratado de limpiar el honor que merece el aspecto cultural (el genuino). Y ahora que todo está consumado ¿acaso la resignación es lo único que nos queda? Veamos.
Entre mulizas y tunantadas
“El pueblo ha elegido. Nos gusten o no los resultados, estos deben respetarse” nos dicen. Pero poco se dice que el respeto no solo deberá ser por parte de los electores, sino también por parte de los candidatos ganadores. Esto implica que a partir de ahora nos tocará velar y exigir el cumplimiento de las promesas realizadas durante la campaña electoral de nuestras próximas autoridades.
Y, si algo me queda claro, es que en el centro del Perú no se perdonan los errores y mucho menos las falsas promesas. Por eso, en este cuarto y último artículo (de elecciones regionales y municipales), a modo de recordatorio y petición a nuestras autoridades para que cumplan sus promesas y trabajen con esfuerzo y dedicación, solo quiero citar los fragmentos de dos grandes canciones de dos magníficas artistas del Valle del Mantaro.
Cuando la Tunantada no tenía el nivel de difusión y público del que hoy goza, muchos crecimos escuchando a mi tía Haydee Raymundo, quien nos enseñó que “las mentiras traen consecuencias, las mentiras siempre hacen daño”. En efecto, la verdad siempre sale victoriosa. Por ello, pedimos a nuestras nuevas autoridades, trabajar por aquellos proyectos que prometieron y que no solo hayan sido viles mentira con tal de captar votos.
Y si alguna de nuestras nuevas autoridades pretende realizar actos ilegales o inmorales quizá sea bueno recordarle que “el tiempo se encargará de castigar sus malas acciones, de castigar sus falsas promesas” tal y como reza la inmortal muliza de la afamada Flor Pucarina, artista de lujo de la que muy poco recordamos y revaloramos.
Hay cariño esperanza todavía
Finalmente, pido al “pueblo” ser vigilantes con sus autoridades y que recuerden que lograr “el gran cambio” no solo es cuestión de las autoridades, sino que también deberá empezar por nosotros, quienes estamos obligados a sembrar un espíritu de cooperación en todos los niveles de la sociedad. Las autoridades y nosotros, nosotros y las autoridades. De este modo, en lugar de resignación existirá esperanza. Esperanza de un verdadero cambio.
Notas:
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