La Tunantada en la narrativa jaujina

La Tunantada en la narrativa jaujina

TRES PERSONAJES, TRES HISTORIAS, UNA FIESTA

     Como todo tipo de arte, la literatura es una forma de transmisión, pues, a través de ella, el ser humano representa sus ideales, costumbres, cultura, así como sus deseos. La literatura se desempeña como un legado de la cultura pasada o actual, sobre un hecho relevante para su creador. En el caso de la narrativa jaujina, uno de sus temas predilectos es la fiesta de la Tunantada o “20 de enero” del distrito de Yauyos, Jauja; festividad en honor de los patronos San Fabián y San Sebastián. Se afirma que esta danza se habría originado como una sátira y remembranza de los personajes de la última época de la colonia, como una forma de llevar a la escena real la verdad de la sociedad de entonces. Los danzantes utilizan máscaras y vestimenta de diferentes personajes. Con el vestuario y careta, el tunantero rememora y vive la historia; además que, al trajeado, se le acompañan frases con una adecuada entonación y acento, haciendo que el baile muestre, guste y transmita.

     A continuación, se cita a tres escritores jaujinos que tuvieron como personaje principal a algún personaje de la cuadrilla en su narrativa.

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“El tucumano”, cuento de Edgardo Rivera Martínez.

     El argentino o tucumano era el poblador argentino de la colonia que unía comercialmente el Virreinato del Perú con el de Río de la Plata, ya que en su tránsito pasaba por Jauja. En la colonia esta actividad comercial era realizada por los mestizos, criollos o españoles pobres, por lo que este personaje representa a la clase media y baja. Los atuendos que utiliza simbolizan la vestimenta necesaria para afrontar las inclemencias del tiempo en sus largas travesías. En el baile de la tunantada, el tucumano se mueve constantemente por los costados de la cuadrilla, desde la retaguardia hasta la directiva y los chapetones. Su función principal es hacer campo entre el público para el mejor desplazamiento de la cuadrilla. Su talla alta y la forma recia de su actitud, intimidan al espectador que retrocede para no ser pisado por sus impresionantes botas, o el rasgado de las espuelas de sus talones. Al hablar, profiere frases con fuerte acento argentino, como: “cuidado, che”, “me voy a Río de la Plata”, “che, pasáme el vino”.

     En el cuento de Edgardo Rivera Martínez se narra la historia de un misterioso miembro de la cuadrilla tunantera. En primera persona, el narrador-personaje detalla con nostalgia su disfraz de chapetón o príncipe, cuando de pronto encontró una moneda. De esta escena, hay un flashback, donde el narrador-personaje recuerda su encuentro con un personaje misterioso, un arriero tucumano al que no había visto nunca. El tucumano danzaba con sobria y viril elegancia, y destacaba porque era el único. En su danza advertía “¡cuidado con las siete puntas!”. aludiendo a las grandes espuelas de sus botas. Luego se aproximó al jefe de la cuadrilla, pidiendo acompañarlos, “¡Quiero bailar con ustedes, amigos, aquí está mi cuota y en su momento brindaré con una copa de mi vino!”, decía el arriero con una voz firme y grave.

     Este personaje tuvo el cuidado de ocultar su identidad y solo se podía ver su apariencia y vestuario. Era un hombre muy alto, con un hermoso poncho marrón oscuro, y sobre sus hombros caían los rizos de su peluca. El arriero, tras varias horas de danza, lanzó un reto a la cuadrilla para poder mostrar sus habilidades en la danza. Al no tener respuesta, echó a reír y de un bolso bajo su poncho sacó y arrojó monedas, dejando a todos perplejos, a otros indignados y a varios emocionados por recogerlas. Después se mandó de carcajadas una vez más y desapareció entre el gentío. El narrador-personaje cuenta esa anécdota, diciendo que él no había recogido ninguna moneda, aunque un amigo le ofreció una, pero lo rechazó de inmediato.

     De vuelta al presente, el narrador-personaje pregunta a los antiguos danzantes, ancianos que por salud y edad ya no bailaban, si habían visto a un tucumano; y ellos le dijeron que en sus tiempos sí se toparon con un personaje como el de su historia. Al final, el narrador-personaje guarda su moneda, aunque no sabe cómo la obtuvo, y piensa en la siguiente fiesta para volver a danzar, mientras el cuerpo se lo permita.

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“Chuto nuevo, huatrila nuevo”, relato de Gerardo Garcíarosales

     El Chuto es el personaje burlesco y satírico que representa al mestizaje. Durante su representación, hace uso del quechua shausha-wanka. Él representa al mestizo jaujino noble que aspira a ascender en la pirámide social. Baila al costado y delante del chapetón, diciéndole: “witicuy” (retírate), “witipacuy” (retírese). Además de proteger a las wankas y jaujinas del público, va pronunciando “hoz” “hoz”, dando entender su satisfacción y alegría, ya que también cuenta chistes y canta muy afiebrado en lengua quechua.

     El relato de Garcíarosales, narra la reunión para el bautizo del joven chuto, puesto que, en aquel hogar, un viejo chuto y respetable tunantero había colgado su huatrila (pantalón de chuto, ancho y corto). Para bautizar a este nuevo tunantero era necesario enseñarle el arte “chuteril”, como el de ser pícaro, mordaz, oportunista, crítico, bufón y ocurrente; es decir, un cullucara. En la casa están presentes la orquesta y una multitud de danzantes, miembros de la cuadrilla “Centro Jauja”. Y antes de la salida del nuevo chuto, el abuelo le bautiza con el nombre de “Jaricho Jr.”, le da las lecciones que todo tunante debe saber; luego, le entrega sus prendas de su vestuario: las botas (hechas en Julcán), el huatrila (de la más fina bayeta); la camisa blanca, los pañuelos de seda, las mangas (hechas de lana de vicuña); la uishcata (de colores del arco iris Xauxa), la careta, el tongo (con cintas de colores), el cacho (para llevar el vino), el fuete, el hualqui, la pipa y, sobre todo, la manguerita para beber cerveza y evitar develar su identidad, cuando se saque la careta.

     Al final, el joven chuto da muestras de lo aprendido y está listo y presto para acompañar a la cuadrilla y administrar todas sus energías, pues le esperan cinco largos días de fiesta.

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Félix Quispe Osorio

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“Chano”, relato de Luis Sebastián Suárez Galarza

     El indio o huatrila es el personaje natural de la etnia xauxa–wanka, integrante de la clase baja, y dedicado o rentado para la agricultura y pastoreo. Es el poblador del campo explotado y utilizado por las clases alta y media. Su baile es refinado y elegante. Por su condición, su ubicación en la cuadrilla es detrás de la orquesta, donde realiza un hermoso espectáculo. Este personaje es mejor representado si el bailarín habla correctamente el quechua Xauxa. Lo característico de él es su máscara cobriza, su chullo de lana y camisa de bayeta, así como su baile de pasos melancólicos con los shucuys.

     El relato de Luis Sebastián Suárez Galarza inicia con el anuncio de que “Chano”, un viejo huatrila, se encuentra mal de salud. El profesor “Palito”, apodo del narrador-personaje acude a su auxilio, lo ve ahí muy quietecito en su cama, aparentando cierta fortaleza y evocando la tunantada. “La tunantada seguirá a la orquesta hasta el final… bailando hasta en el barro por Tayta Chapa y Tayta Fabián”, dice Chano. Luego le pide de favor a Palito que le traiga unas naranjas, y de allí comienza un flashback, donde se recuerda la feria dominical de Jauja en la Plaza de Armas, y se venden deliciosos potajes como gelatina de patita, chicha de jora, chicha de maní, panes huevo, bollo, kusay, de semilla, mishti, y los molletes, las rosquitas de yema y muchos dulces, y al mismo tayta Chano vendiendo sus cucharas.

     De vuelta al presente, el profesor Palito mira el cerro Huancas por la ventana y piensa en el Chano. Entonces, encarga a una alumna que se acerque a su domicilio y averigüe su estado de salud. Al retornar la alumna, le dice a Palito: “Profesor… su amigo, el Chano… el señor Espinoza… ha muerto”. La fatal noticia hace retumbar y rememorar tantos encuentros, mientras se oye a lo lejos una orquesta de tunantada.

Bibliografía

  • Garciarosales, Gerardo (2015). Entre caretas y cullucaras. Silbaviento Editores. Huancayo – Perú.
  • Rivera Martínez, Edgardo (2018). Cuentos del Ande y la neblina 1964-2008. Punto de Lectura. Lima – Perú.
  • Suárez Galarza, Luis (2014). Chano. Soluciones Gráficas. Jauja – Perú.

Notas:

* Las opiniones y comentarios vertidos por el autor no corresponden necesariamente con la opinión o posición de la Asociación Élite Cultural Perú. El autor es el único responsable del contenido publicado.

* El contenido puede ser reproducido siempre que se brinden los créditos para el autor y/o la Asociación Élite Cultural Perú.

Félix Quispe Osorio - Asociación Élite Cultural Perú - Jauja

Lic. en Español y Literatura por la Universidad Nacional del Centro del Perú. Ha publicado plaquetas de microrrelatos y ha sido antologado en multiples publicaciones.

1 comentario en “La Tunantada en la narrativa jaujina”

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