Jauja, aparta de mí este cáliz

Jauja, aparta de mi este cáliz. Artículo de opinión de Jordan Blancas Sánchez

De los mismos creadores de «Quién nunca ha cometido un error, que tire la primera piedra»
llega: «Jauja, aparta de mí este cáliz»

⚠ Notas del autor

Lógicamente, el consumo excesivo de alcohol representa un problema latente en la sociedad y debería ser erradicado. Sin embargo, en este artículo no hablamos de este tipo de consumo. Por favor, entienda el lector que tampoco se está haciendo apología del alcohol, no es el objetivo de la publicación.

¡Ya nos exhibiste!

Jauja, como muchos otros destinos del Perú, no se caracteriza necesariamente por el consumo moderado ni mucho menos por el buen manejo de la abstinencia al alcohol de sus habitantes. He visto a grandes personalidades que a primera vista uno no imaginaría que puedan «caer» en estos jugosos terrenos. Desde mis vecinos de barrio, que religiosamente se aplican sus dosis cada fin de cebada (¡incluso durante toda la pandemia!) hasta a respetadas figuras de esta ciudad entre los que puedo contar a jueces, fiscales, abogados, arquitectos, cirujanos, historiadores, galardonados escritores y hasta escribidores de blogs.

Mal haría el lector en creer la patraña de que este comportamiento (tan jaujino) explica o puede explicar el quejumbroso argumento del atraso económico y social de la primera capital del Perú. La idea de que Jauja no ha progresado por culpa de las innumerables actividades sociales, y que incluso llevó a plantear la popular frase “mientras Jauja danza, Huancayo avanza”, se encuentra muy alejada de la realidad. Este pseudo argumento se desbarata rápidamente con los datos que sindican que Huancayo es, de lejos, la capital cervecera (y de otros licores por supuesto) del centro del Perú y aún así cuenta con indicadores favorables de crecimiento socio económico.

Sin embargo, a pesar de que Huancayo goza realmente de dicho título, los jaujinos llevan cargando esa cruz bastante tiempo. En mis años mozos, crucé en varias oportunidades con amistades del norte, del sur y el centro del país y, en un ambiente de compartir social (es decir, cuando estamos “entre Pisco y Nazca”), el jaujino goza de la fama de experto tolerando el consumo de alcohol en altos porcentajes, según dicen, incluso por encima del huancaíno y hasta del sicaíno, para no ir muy lejos. Lo cual contribuye aún más a la no tan buena reputación de los jaujinos. Quizás más adelante me anime a contarles una experiencia sobre estos temas tabú para algunos.

En mi opinión, sería muy fácil para los jaujinos negar las atribuciones mencionadas para salir airosos de estos cuestionamientos; sin embargo, lejos de indignarnos por estas características y en lugar de evitar hacer frente a esta suerte de predestinación exclamando “Jauja, aparta de mí este cáliz”, pienso que deberíamos aprovecharlo de alguna ingeniosa manera en beneficio nuestro. Deberíamos, tal vez, intentar obtener provecho de esta particularidad de la provincia de Jauja. Por ejemplo, podríamos promover una especie de Oktoberfest (con estilo jaujino, por supuesto). No solo me refiero a organizar un evento típico de Tunantada, bandas y orquestas, sino a un evento donde se fomente de manera explícita que en Jauja se danza pero que también se avanza (como en las grandes ciudades del mundo). Un evento de mayor magnitud que el popular 20 de Enero inclusive.

Dos más y nos vamos...

Hasta este punto podemos decir entonces que el desenvolvimiento en las reuniones sociales del jaujino promedio no contribuye con aquello de mostrar una “buena imagen” (y lo digo hasta por experiencia propia), más aún cuando se desea conseguir un cargo que requiera de este requisito. Entonces, es común pues tratar de proyectar una imagen destacada de uno mismo cuando se pretende obtener algún cargo de naturaleza pública. Es común pues proyectar una imagen que promueva el respeto y admiración de los seguidores. Por lo tanto, es común que un candidato político a un cargo público intente mostrar la casi utópica “buena imagen” que, con cierta hipocresía, muchos reclamamos que debiesen tener. En ese sentido, puede que a muchos de nuestros flamantes candidatos no les convenga que alguien abra la caja de Pandora de los deshonrosos y bochornosos (aunque muchas veces joviales y memorables a la vez) comportamientos bajo los efectos del alcohol, los cuales mellarían su muy bien cuidada imagen, sobre todo para épocas electorales. Otros hasta pagarían por desaparecer cualquier prueba o indicio que los involucre en estas artes. Temen, al menos hasta pasar las elecciones, se conozca su lado más susceptible al alcohol, porque jugarían en su contra.

Por supuesto, el objetivo de esta publicación no es juzgar a alguien. No me corresponde. Interpreten estas letras como una forma de advertencia y una forma de recordatorio. Debemos recordar que ese lado susceptible de algunos de los candidatos permanece aún en su interior, esperando, tal vez, la victoria electoral para desatar su olfato y su instinto cervecero; su fiera interior. No vayamos pues luego a caer nuevamente en la decepción, quiero evitarles ese disgusto. Porque, a decir verdad, las probabilidades de que en estas elecciones elijamos a un lobo vestido de cordero (“alcohólicamente” hablando) son muy altas.

Experiencia de sobra tenemos en Jauja con autoridades con este talento innato. Mientras algunos recordarán que en algún momento de nuestra historia tuvimos nuestra “municantina”, otros evocarán los episodios donde una desatada autoridad recorría las calles de la capital al mismo estilo de la exitosa saga “Rápidos y furiosos”; y hace poco no más muchos se enteraron de que un candidato se hizo acreedor de sanciones por conducir en estado etílico, cruzando la delgada línea que separa el consumo por diversión y la imprudencia de poner en peligro la vida de los demás.

Considero que la mayoría de jaujinos (por no decir todos) tenemos un historial de este tipo y que quizás deberíamos prestarle mayor atención a nuestra imagen personal en estas situaciones; ya que, en los últimos tiempos, mucho se ha visto visto y escuchado la popular frase “quién nunca ha cometido un error, que tire la primera piedra”, la cual aparentemente se ha convertido en la mejor manera de sortear los cuestionamientos y salir airosos de las bochornosas situaciones a causa de nuestro mal manejo del alcohol. Y en efecto, pareciera que nadie se atreve a lanzar aquella piedra, pues (quizás) la explicación podría ser que también cojeamos del mismo pie. Puede que sea nuestro talón de Aquiles.

Por lo tanto, estimados paisanos, no pasemos desapercibido este pequeño factor a la hora de elegir a la próximas autoridades, sea a favor o en contra. De esta maneratanto los seguidores del candidato ganador como la «oposición» que seguramente se formaremos, quizás podamos evitarnos o reducir el disgusto de antemano. Es decir, como resultado de estas próximas elecciones, ya no podrán sorprendernos unos potenciales cuatro años de gestión con sabor a cebada (o trigo).

Advertidos están. ¡Salud!

Por tu cochinada no voy a llorar… 🎶🎵

Notas:

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