Lingüista, intelectual y política. Su partida nos llama a recordar sus aportes en la cultura peruana, aciertos y desaciertos.
Muchos recordamos a Martha Hildebrandt, su trayectoria como lingüista, intelectual y política. No cabe duda que el pasado jueves 8 de diciembre del presente año, el Perú perdió a una de las más grandes representantes peruanas. Su partida nos llama a recordar sus aportes en la cultura peruana, aciertos y desaciertos. Conocer un poco más de una mujer que pasaba horas y horas leyendo recostada en una cama, que de niña desarrolló la habilidad de leer textos de cabeza (hoja volteada de manera vertical) y sobre todo una agnóstica confesa. Una mujer peruana que fue: directora de Instituto Nacional de la Cultura del Perú (1972-1976), miembro del Consejo Interamericano de Cultura de la Organización de los Estados Americanos – OEA (1974-1976), subdirectora en el Consejo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y secretaria perpetua en la Academia Peruana de la Lengua.
Martha Hildebrandt le dio mucha importancia al conocimiento y al habla de la sociedad, mencionó “la ignorancia es insolente” sosteniendo que el mayor pecado que cometemos es hablar u opinar de algo sin tener el más mínimo conocimiento. Aclaró continuamente “no soy una criticona, soy una estudiosa del lenguaje” velando así por el uso del lenguaje que en nuestra sociedad cada vez decaía y decae. Inició un cambio en esta sociedad que aún tiene tendencias machistas, “he tenido que ser una mujer excepcional, para que la sociedad me reconozca, lo que reconoce a un hombre mediocre”.
Nunca negó su ego intelectual “yo soy disciplinada, por un lado, y por otro, levantisca, airada y atrevida” señaló, siempre confrontó a más de un intelectual o literato que osaba criticarla, así fue en el caso de Marco Aurelio Denegri o Mario Vargas Llosa. Las “malas palabras” no fueron ajenas a su uso, señaló ella “hay personas que hablan pésimo, no usan ninguna mala palabra, pero usan mal casi todas las palabras” un acierto más de la lingüista. La televisión y los periodistas también estuvieron bajo su lupa, “cada día está más chabacana la televisión, cada día está más para el gusto más vulgar” definiendo con ello los gustos televisivos peruanos.
Martha Hildebrandt fue una amplia conocedora de la literatura y sobre todo el arte, valoraba los éxitos que tenían otras mujeres peruanas como: Kina Malpartida o Claudia Llosa entre otras. En su adolescencia, al no cumplir con la edad mínima para postular a la Universidad Mayor de San Marcos, practicó por años el valet. Demostrando su destreza para otras actividades también.
En el plano político opinó del parlamento al cual pertenecía “cada país tiene el parlamento que se merece y elige” señaló, dejando a los oyentes sin comentario alguno. Puntualizó sobre su estadía en el congreso “donde estoy, estoy contenta, sino estoy contenta, no estoy”. En esta etapa política, su medio hermano Cesar Hildebrandt declaró “Martha tuvo que incursionar en la política siguiendo el único instinto que jamás le ha fallado: la adicción por el poder y la autoridad”, era indudable la intrepidez que poseía Martha. Es indiscutible que la doctora dio un giro a las actividades cotidianas del congreso sobre la cultura “pero así y todo convirtió la cultura en una prioridad y la edición y los premios a la producción académica en una cosa de todos los días en un país donde la gente seguía creyendo que el noticiero 24 horas” señaló su medio hermano, durante aquellas temporadas la cultura tuvo su lugar. Pero además de ello Cesar criticó el partido político al cual pertenecía Martha (Fujimorista) y opinó también: “encargos, por ejemplo, como el de negar el terrorismo de Estado, las masacres del grupo Colina”, actividades que también normalizó o le desinteresaron a aquella dama. Finalmente Cesar cierra su artículo sobre su hermana afirmando: “Si la inteligencia fuese capital, Martha se trataría de tú a tú con Bill Gates. Pero la inteligencia es un don, así como la estupidez es un déficit genético. Así que, si la coherencia y los valores fueran también un capital, Martha pediría limosna bajo un puente de la vía expresa”.
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Hoy entendemos a aquella mujer que detestaba la palabra “humilde”, mencionaba “uno puede ser pobre, que es una condición transitoria, pero no debe ser humilde”, y ciertamente tuvo un tino (entre muchos otros), pues humilde es aquella persona que soporta todo, lo aguanta todo, y ello en el Perú es el peor error, porque corre uno el riesgo de ser pisoteado. Sin duda alguna Martha Hildebrandt tuvo cosas buenas y malas (virtudes y defectos), y los reconocía, no era hipócrita, era esa su más grande virtud.
Libros:
- La lengua de Bolívar (1961)
- Peruanismos (1969)
- Léxico de Bolívar (2001)
- El habla culta (o lo que debiera serlo) (2000)
- Agenda culta 2007 (2006)
- 1000 palabras y frases peruanas (2011)
Notas:
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Lic. en Español y Literatura por la Universidad Nacional del Centro del Perú. Ha publicado plaquetas de microrrelatos y ha sido antologado en multiples publicaciones.