Tu carta la conozco de memoria: catorce líneas, ochenta y ocho palabras, diecinueve comas, once puntos seguidos, diecisiete acentos ortográficos y ni una sola verdad.
Fue un grato hallazgo encontrarme con los personajes de Jorge Eslava, la novela Templado (Alfaguara, 2004) crea un ambiente cálido y humano de un adolescente que lucha cada día con los avatares que lo rodean en una etapa importante de su vida, la adolescencia. “Templado” narra, a través de un diario, la historia de Diego, un joven de 15 años que asiste al colegio y está rodeado de amigos que son el típico grupo que se adentra a los romances, el licor, la pornografía y el engaño masculino. En las primeras páginas Eslava nos precisa que un profesor encuentra el diario inconcluso de un estudiante desaparecido y decide publicarlo como un reconocimiento a todos los jóvenes que sufren por amor.
Desde que Diego inicia con este diario describe la presión que tiene en su grupo de amigos, el primero de ellos es que debe declararse a Sofi, la primera dama en la vida del protagonista, él señala que tenía la intención de invitarla a salir, pero ella de manera sorpresiva contesta: “sí, que sí podíamos ser enamorados”. Así Diego descubre una nueva etapa de su vida, en la cual difícilmente encaja, pues sus amigos tenían la costumbre de asistir al cine en lo fundamental para besarse por minutos, él no le ve sentido a ello, o también duda que tal vez sea por Sofi “¿Será que no la quiero?” a pesar de ello le regala un poema, el cual la joven comparte con varios de sus compañeros. El romance con Sofi concluye con la sorpresa que tiene este joven al encontrar a su “chica” besándose con su “amigo” Tavo. “Sofía es una desgraciada. Unas cervezas y agarró suave con Tavo”. Señala el narrador.
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El siguiente despertar romántico que tiene Diego es “Lorena”, ella es una chica que cierto día llegó al colegio, él al verla queda petrificado, queda conmovido por su rostro, su cabello, su perfecta manera de ser. Naturalmente Lorena no tiene un interés especial en Diego, ni mucho menos la literatura o la poesía “me aburren sus clases… Él me da lo mismo, pero no le veo ningún sentido al curso”. Él siente mucha desesperación al conquistarla que opta por interesarse en el fútbol, deporte que no le era de interés personal, pero por conquistar a Lorena entra a un equipo, hace múltiples intentos en dedicarle un gol a su musa; sin embargo, ello no basta: “Me duele… jugaba solo por ti. Que ingenuo fui: pensar que con el futbol. Nada, soy un pobre y triste huevón que no tiene recursos para atraer a una chica”. Para concluir, un miércoles, le robaron a Cristóbal, uno de sus compañeros, sus zapatillas y su skate, Lorena lo consuela y termina besándolo. Encontramos en esta parte el primer momento desgarrador del libro, en el cual su padre le informa que escuchó que estaba enamorado, a lo que él no contesta y se hecha a llorar. “Lo miré como si recién lo conociera. Noté más arrugas en su frente y los anteojos le han dejado marcas en su nariz. Vi, por primera vez, una manchita blanca en su ojo izquierdo y me quedé mirándola hasta que se llenaron mis ojos de lágrimas…”. El padre responde con un consuelo “Ven muchacho –me dijo y me abrazó”.
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El último romance que tiene Diego es “Vanessa”, a ella la encuentra en su lugar perfecto: la biblioteca. Ella, una joven universitaria, le presta los libros que Diego devora en cuestión de un día (casi horas), pasan a una siguiente fase en la cual la joven bibliotecaria le sugiere libros a los que el joven enamorado accede y lo hace con total emoción “la que me recomiendes estará perfecta”. A la paralela se da cuenta que su madre casi no está cerca de él, menciona que a su madre le importa el padre y al padre su trabajo, principalmente. Cierto día se acerca a su padre y lo ve preparando un reloj de manera especial. Vuelve a narrar las sensaciones que despierta su musa: “Hoy tuve un instante de maravilla: toqué la mano de Vanessa y nuestros ojos se encontraron en una corriente de aire”. Cierto día, Diego decide invitar a Vanessa a su casa y presentarla a su familia, al verla el padre del joven queda admirado por su belleza y pregunta por su edad. Pasando los días la muchacha la invita a su fiesta de cumpleaños al cual asiste Diego, se da cuenta que todos los compañeros de su amada son mayores, al igual o más que Vanessa que tenía veinte años. Diego que solo tiene quince, siente ser un niño en una fiesta de grandes, decide despedirse de ella antes de retirarse, en aquel momento ve en su mesa el reloj de su padre. Este hecho lo termina por destrozar sentimentalmente, el joven entra en depresión a un punto que nada le importa, decide bajar la Costa Verde en bicicleta y lo hace sin manos (sin sujetar el timón) todo ello como muestra de que ya no desea ser parte de este mundo, que sus motivos de vida se fueron cayendo uno a uno. Comparte una nota que señala lo engañado que estuvo durante todo este tiempo: “sábado 8 de diciembre. Hoy quemé tu carta. La única carta que me escribiste. Y yo te he estado escribiendo, sin que tú lo sepas, día a día. A veces con amor, a veces con desolación, otras con rencor. Tu carta la conozco de memoria: catorce líneas, ochenta y ocho palabras, diecinueve comas, once puntos seguidos, diecisiete acentos ortográficos y ni una sola verdad.”
Diego recuerda que planeó llegar con su diario a la página 100, pero es interrumpido por una brutal decisión. Al final de la novela podemos ver las gotas de sangre que nos sugieren el trágico final que encontró el “chico herido”.
Notas:
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Lic. en Español y Literatura por la Universidad Nacional del Centro del Perú. Ha publicado plaquetas de microrrelatos y ha sido antologado en multiples publicaciones.